martes, 24 de febrero de 2009

like hamsters on treadmills ...


Si los profesores no se ilusionan con la mejora de sus alumnos, es muy difícil avanzar.

Me entristece descubrir que en algunos colegios privados los alumnos con problemas en alguna asignatura no reciben el apoyo de sus profesores, como es su obligación, y son apartados o "desechados" en pro de la excelencia académica. El fomento de la competitividad y la excelencia académica por encima de todas las cosas es algo que puede tener consecuencias muy negativas en el desarrollo de los alumnos. Es evidente que los alumnos necesitan una atención más personalizada, que se atienda a sus capacidades y habilidades y se ofrezcan recursos para reforzar sus carencias y hacer que avancen. Pero para eso hay que querer trabajar. Para eso a uno le tiene que gustar ser profesor.
Si bien es verdad que es bastante díficil atender las necesidades de cada uno con clases de 35 alumnos, como pasa en muchos colegios privados y concertados, no es motivo suficiente para ignorar el problema.

Hay casos y casos, pero no se puede pretender que 35 alumnos marchen exactamente al mismo ritmo y no bajarse de los sobresalientes. Eso no es realista. Si la calidad educativa es homogénea, la titularidad pública o privada de los centros que la imparten no debería ser motivo de discusión: gato blanco o gato negro, lo importante es que adiestre ratones.

La principal función del sistema educativo, que es garantizar la igualdad de oportunidades entre todos los alumnos. Lamentablemente parece que el sistema educativo en España queda segregado en dos redes separadas (privada/corcertada vs pública) que no se comunican entre ellas ni trabajan por un fin común que es el de educar.

Pero hay tantas cosas de las que debatir sobre las condiciones en las que se encuentra la educación en nuestro país que dará para muchos posts.

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