lunes, 28 de junio de 2010

En el fragor de la batalla

Hace días que los institutos de casi toda España están en plena ebullición. Esta vez los pasillos y las aulas no están llenos de alumnos sino que han sido tomados 'literalmente' por profesores en potencia. Después de todo lo que he estado oyendo y leyendo sobre el sistema de selección y de los opositores en foros, noticias y redes sociales, no he podido resistirme a escribir esta humilde entrada desde el punto de vista de alguién que está inmerso en el proceso, como es nuestro caso.

Generalizar es malo siempre. Y decir que todos los opositores son iguales es una patraña. Mientras esperaba a que me llamaran, abanico de sindicato en mano, tuve tiempo de observar a mis compañeros (mucho mejor que llamarlos contrincantes aunque lo sean) y me dio por pensar en la historia que cada uno tenía detrás. Algunos ya veteranos recibiendo el aliento de sus parejas e hijos a través del teléfono, otros mucho más jovencitos recibiéndolos de los papás, y unos pcos más calmados y en solitario, que como yo, llevarían la procesión por dentro. En aquel pasillo todos éramos iguales. Todos unidos por el mismo trance, pero movidos por distintas razones.

En este blog nos hemos dejado llevar muchas veces por el entusiasmo y el sueño de que todo puede mejorar en educación si todos los implicados en el proceso trabajaran coordinados y por un fin común.  Hemos hablado de clases ideales, técnicas innovadoras, profesores excelentes. Nos gusta soñar despiertos, qué le vamos a hacer. Pero despertando del sueño y con los piés bien en la tierra sabemos (nunca lo olvidamos) que la casa está por barrer. Para que este engranaje funcione, no sólo hay que concenciar a familias, alumnos y profesores, hay que cambiar cosas. Cambiar cosas como la forma de selección del profesorado.

A nuestro parecer, los maestros y los profesores (sobre todo los profes porque los maestros nos ganan en  esto) deben moverse por la vocación. Hay que creer en este proyecto de vida. Hay que querer compartir y luchar y colaborar. Me duele en el alma que las razones de algunas de las personas que estaban  en ese pasillo no fueran estas. Ser funcionario es un premio y un incentivo, pero cuánto mal hacen y se hacen los que sólo se mueven por eso. Necesitamos que el cuerpo de docentes se integre por gente con vocación. ¿Y cómo garantizar que esto sea así? Pues no se puede, pero ayudaría que se cambiara la forma de selección.

No me parece justo que alguién que se ha empadado unos apuntes y suelte el rollo de carrerilla, pero le importe un pimiento la enseñanza consiga una plaza. ¿Qué hay del resto de cosas que ha de transmitir un profesor? Demostrar unos conocimientos no es suficiente. Creo que estas pruebas deberían centrarse en demostrar los conocimientos, pero en la práctica, donde pueda salir a la luz esa vocación. De las dos partes que tenemos que realizar, para mí, la única y más importante es la segunda. Los conocimientos específicos pueden evaluarse en la segunda parte. Una gran puesta en escena: programaciones, materiales, leyes, conocimientos, pero también ponernos a prueba interactuando. No sólo volcamos conocimientos, debemos interactuar y respetar y saber tratar a los receptores de esos conocimientos. Educamos para la vida, trabajamos con las emociones (pero esto lo dejamos para otro día que es un debate bien distinto).
¿Merecen la plaza todos los que la consiguen? Quizás si el hacerlo mal hiciera peligrar tu puesto, otro gallo cantaría. Quizás si la inspección hiciera su trabajo, otro gallo cantaría. Quizás, quizás, quizás... Mientras tanto esperamos pacientemente el segundo asalto, con ganas de transmitir las ganas de hacerlo bien, y que se nos recompense con la oportunidad de llevarlo a cabo.

Suerte a todos mis compañeros que también buscan este sueño y disculpad mi inocencia.


8 comentarios:

PequeñaEmperatriz dijo...

Justo antes de ver esta entrada había estado pensandoy escribiendo acerca de, creo, algo parecido a lo que tú planteas. Es cierto que vamos a necesitar otra manera de hacer las cosas para garantizar que quien llega a ciertos puestos es quien de verdad lo merece. No hay, en la actual manera de elegir al profesorado, ninguna prueba que nos diga algo sobre sus conocimientos actitudinales, sobre cómo piensa que es la vida, cómo deben ser las relaciones entre las personas, CÓMO pretende enseñar... Y ahí está la gran diferencia entre quienes van de verdad a formar parte del proceso de educar, de quienes pasaban por allí y buscan un trabajo donde se esté calentito y se pillen catorce pagas. La gente que configuráis esta nueva forma de comunicación que habéis abrazado TAN BIEN (me refiero al dos cero) conformáis un grupo de gente que debería estar en sitios punteros y vitales, por ejemplo el profesorado. Igual que en las escuelas debería haber gente que comparta el espíritu de Lola (@nololamento)
Así que suerte. Para ti, que te haya salido bien y lo consigas. Pero sobre todo suerte para nosotros: que los tribunales estén mutados y sepan escoger a sólo la gente que QUIERE Y CREE en esto de educar

Vic dijo...

Muchas gracias por pasarte por este rinconcito y compartir tu opinión. Estoy de acuerdo con todo lo que dices.
En el fondo siempre hemos sabido lo que falla.. ¿A qué esperamos para cambiarlo? Necesitamos dejar de teorizar y pasar a la acción porque es de la única forma en la que podrá cambiar algo.

PequeñaEmperatriz dijo...

Ya... Pero me parece que va a tener que ser, de nuevo, a vuestro stilo. Quiero decir, desde las instituciones las cosas no van a cambiar espontaneamente, dentro de dos años no habrá un decreto ley por el que sólo se elija a gente competente! (Te imaginas....) Tendrá que ser al revés: muchas entradas en muchas blogs como esta que estamos comnetando y el paraguas no tendrá más remedio que convertirse en un bowl... Yo quiero participar, que soy de las que no hacían más que charlar...

Joan dijo...

Las oposiciones me dan urticaria! Sólo con oir el verbo OPOSITAR ya me rasco ;-(
Ya ni en el ejército se promociona por antigüedad, sólo en Educación.
Y lo peor es que la selección que se hace ya no tiene enmienda, un funcionario es para toda la vida.
Pero los que opinamos así tenemos en contra la opinión de la inmensa mayoría de profes y la totalidad de sindicatos, menos unos pardillos (entre los que me incluyo) que promueven esto: http://groups.google.es/group/los-ultimos-de-filipinas

vicent dijo...

lo de la primera parte del exámen siempre me ha parecido una tomadura de pelo, un insulto ¿no se supone que un licenciado tiene competencia en su disciplina? ¿no aprobó los diferentes exámenes durante ese trance?
no sé una buena manera de demostrar competencias en educación, es decir, comunicación, si se quiere consistiría en contar las vacaciones, si a mí como tribunal me dan ganas de querer pasar unas vacaciones así aprobaría a esa persona. También establecería un mínimo de edad y experiencias vividas, para tener algo que contar a los chavales...es dificil, pero sobretodo es necesario que si se hacen mal las cosas tenga consecuencias, eso indispensable

Fernando G. Gutiérrez dijo...

Me he librado de un tribunal de milagro. Presidente suplente. Reconozco ahora públicamente, por tu honestidad de opositora, que tenía una pregunta para tod@s los opositandos: "Usted va a trabajar con personas ¿verdad? Dígame su concepto de lo que es un ser humano. Y se lo jugaría todo, todo, en la respuesta.

Un abrazo amiga.

Vic dijo...

Estoy muy de acuerdo con lo que dices, Vicent, sobre la primera parte, y también estoy de acuerdo con el mínimo de edad. Llevo trabajando desde que terminé la carrera (en 2000) en la enseñanza, pero no ha sido hasta ahora, con la experiencia de estos casi 10 años con alumnos de todas las etapas, y totalmente segura de que lo mío con la enseñanza es vocacional, que he decidido presentarme a unas oposiciones. Desgraciadamente el sistema de selección de profesorado no me va a garantizar una plaza, y a pesar de mi experiencia y mis ganas, no va a evaluar si valgo como profesional o no.

Vic dijo...

Muchas gracias, Fernando :-)